sábado, 31 de diciembre de 2011



El poder del Señor trasciende más allá de lo que siquiera imaginamos.
 Es infinito y traspasa todo entendimiento humano. No hay límites.
El señor es capaz de sanar las heridas que le dejamos a su cuidado,
 no esperemos sanación por parte de un acto de quién nos ha ofendido,
dejemos simplemente todo en manos del Señor,
el alivianará y hará descansar nuestra alma.
Más bien, dejemos en manos del Señor y
 pidamos bendiciones (SINCERAMENTE)
para esa persona para que pueda transformarse
de acuerdo a la voluntad del Señor y todo lo sucedido pueda ser dejado atrás.