Las tentaciones contra la fe y la pureza son cosa puesta por el enemigo; no le temas, desprécialo. Mientras el aullé, no se apoderó de tu voluntad.
No te molestes por lo que te pone a prueba este ángel rebelde; tu voluntad sea siempre contraria a sus sugerencias y no habrá culpa, sino complacencia de Dios y ganancia para tu alma.